viernes, 27 de febrero de 2009

Los hombres no deben llorar

¿Y qué hacer entonces cuando los sentimientos se revuelcan con su soledad mientras que ella se revuelca con alguien más? ¿Qué carajos hacer cuando el corazón comienza a quebrarse lentamente sin remedio, al punto de caer en la locura? Desde siempre fuiste un hombre fuerte, valeroso, con grandes capacidades inclusive metafísicas, gran poder sexual y hasta voz para cantar o hipnotizar hasta la fiera más agresiva al hablarle dulce… y por la misma razón te ocultaste: por no tener la valentía de soportarte en tu propia realidad, por no querer aceptar tu propia valía…

Y es ahí cuando pedías a gritos un poco de atención que eleve el estima que por momentos decidiste enterrar solamente porque te hicieron creer que los hombres deben sufrir… pero no llorar. Los mejores lugares para comer, las mejores escuelas para estar, los mejores automóviles que podías poseer, inclusive las mejores citas que pudieras llegar a tener por el simple gusto que un hombre debe de experimentar… pero no llorar. Tener tres, cuatro o hasta decenas de parejas sexuales sólo por el hecho de juntar experiencia para ser un tigre en la cama… sin poder llorar.

Y el tiempo pasó y decidió que era tiempo de que te volvieras proveedor de una mujer a la cual tienes que poseer celosamente de la mirada de otros, por el miedo a ser comparado y superado por cualquier pelafustán que le dé un sexo maravilloso, una casa en las lomas, en Europa o hasta en la playa… por el hecho que un hombre debe sufrir… pero no llorar.

Por lo mismo cuestionas tus actitudes pasadas: agresivo, infiel, duro, sin corazón… sólo por no querer sacar a flote tus inseguridades y debilidades, y es cuando llegan a ti las fabulosas leyes universales que por más que quieras mandar al carajo te encuentran y te cobran por momentos hasta de más… haciéndote creer más fervientemente que, en efecto, el hombre debe sufrir… pero no llorar.

Desde niño te inculcaron valores, templanza y sabiduría; te mostraban la imagen de papá siendo “El Hombre”: poderoso, varonil, gran proveedor, gran bestia sexual, gran trabajador… sin sentimientos. Y así fuiste creciendo hasta que tus héroes de infancia se quedaban traspapelados en historietas… al igual que tu padre; y regresan las benditas ganas de llorar… pero recuerdas que los hombres no lloran y es por eso que regresabas a tu cuarto, tal y como lo hiciste esa vez que te enteraste que tu pareja se acostó con ese varón que más odias, tal y como lo hiciste cuando te volvieron a poner el famoso casco de vikingo, tal y como lo hiciste esa vez que atropellaron a la que pudo ser el amor de tu vida, tal como lo hiciste cuando la mujer de tus sueños se fue un mes por tus mentiras y se encontró con el amor, tal como lo hiciste esa vez que te golpearon una y otra vez…

¿A qué regresabas a encerrarte en ese cuarto? A sentir el placer de llorar mientras tus entrañas se destruyen; a sentir como tu cuerpo se desinfla por el llanto, la rabia, el dolor… y hasta el odio; a sentir esa presión en el pecho que explota cuando tu corazón se parte en dos; a sentir que tu vida no vale, escuchando canciones que te apoyan a conseguir tu anhelado sufrimiento…
Mientras tanto, te mantienes ocultando tu lamento para que nadie lo vea, maldiciendo la conciencia del guerrero por no poder arrojar culpas a otros por simple ley de amor, recordándote que eres hombre… y que no debes llorar.

1 comentario:

  1. No llorar... y entonces qué? dejas q se te congele el alma pero con los huevos bien puestos? o como dicen en mi tierra, las damas obedecen sin preguntar? a la mierda! llora lo que quieras y que los demás se vayan a la mierda!

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